21 de diciembre de 2012

Carta a los Mayas

Queridos Mayas.

Asunto: Chorro de babas

Ahora que no se acabó el mundo ¿qué?
Heme aquí a la madrugada y no pasó nada. Quiero saber qué pasó con la seriedad de sus afirmaciones, su terrorífica profecía y la exactitud de sus cálculos a la hora de hacer semejante pronóstico, que nos puso a temblar el trasero a los  6 mil millones de personas que habitamos este moridero. Les recuerdo que al lado de ustedes Nostradamus quedó como un pobre imbécil, al pobre tipo nadie lo toma en serio y el mundo nunca se prepara para sus vaticinios. Con ustedes la cosa era diferente; a todos nos hablaron de su existencia en el colegio aunque casi nadie puso cuidado, pero de un momento a otro History Channel y una cantidad de charlatanes más, afirmaron con certeza entre documentales, libros y tuits, que sus profecías eran eran válidas y que el 21 de Diciembre del 2012 el mundo llegaría a su fin, que nos iríamos al infierno y padeceríamos las inclemencias terrenales que nos merecemos. Así,  la gente empezó a conocerlos y a creer en el apocalípsis del que tanto temían. Ustedes, mis queridos, gozan de una popularidad increíble en todo el mundo y de una credibilidad envidiable.

Confieso, todos nos creímos el cuento. Los palestinos y los israelíes aprovecharon y se echaron plomo y bala a diestra y siniestra; los griegos se declararon en bancarrota y la Unión Europea ya es prácticamente sólo un nombre; abrieron -al fin-  la troncal de la 26 porque no querían que ustedes llegaran y vieran todo ese mierdero en la ciudad; Samuel Moreno celebra cumpleaños en la Modelo como cualquier parroquiano del común y brinda con los funcionarios del Inpec;  Bogotá se llenó de basuras porque al alcalde se le zafó un tornillo o todo el tejado (no sé aun ese dato, tendría que confirmarlo); aprobaron una reforma tributaria absurda que nos exprime hasta el último centavo y jode al Sena y al Icbf, pero no le dimos importancia porque igual ustedes vendrían el 21 así que qué carajos; las tetas, los micrófonos;  Millonarios quedó de campeón del fútbol colombiano después de 24 años, así que pensamos que eso era un "pan y circo" de ustedes, y se armó la celebración en toda la ciudad y mis vecinos se tomaron el lunes como día cívico y dicen llorar cada vez que se acuerdan del penalti victorioso (a ellos si por favor llévenselos si no es mucho pedir); a un man que se llama @romerovarón le desocuparon la cuenta en una transferencia electrónica y lo dejaron sin navidá; Miss universo fue en las vegas, la ciudad del pecado, y  lo ganó Miss USA, una vieja espantosa con un vestido rojo inmundo y corroncho, lo cual si es un verdadero pecado, y todo evidencia que fue rosca; le gente se tomó el tuiter con un "ola ke ase" y  otro montón de spam; las tetas, los micrófonos; a Colombia le quitaron una gran parte del mar territorial pese a que todos los pronósticos de los internacionalistas indicaban lo contrario y ahora toca broncearse en Colombia y nadar en Nicaragua; Colombia, fuera de eso, con patadas de ahogado en mar nicaragüense,  decide retirarse del pacto de Bogotá; a Chávez le volvió el cáncer y aunque hace creer que está bien, todo parece indicar que ahora si ya está sin vuelta de hoja y a mandar no volverá, ahí verán ustedes si vienen por él aunque igual dejó un maduro legado; un loco en Connceccticut armó una balacera en un colegio y mató a veinticinco niños y luego se disparó, el tipo tenía cara de sicópata y me da miedo verlo; Madonna y Lady Gaga vinieron hasta este rincón a dar un concierto y fue apoteósico y también produjo muchas salidas del clóset; las tetas, los micrófonos; a mí casi me echan del trabajo porque armé sindicato y tengo un montón de nuevos enemiwis que ahora no me quieren ver ni en pintura; ganó el Nobel de literatura un man del que nunca habíamos oído hablar y que el nombre se parece al de ustedes: Mo-yang, no sé si tengan algo que ver, favor comunicárnoslo y emitimos al menos un programa de televisión semanal hablando de sus visionarias premoniciones. En fin Mayas, vivimos las duras y las maduras y creíamos que toda esta chichonera de verdad si iba a llegar a su fin hoy; entonces ustedes salen con un chorro de babas. Muy bonito.

Ahora que no se acaba el mundo díganos por favor qué carajos vamos a hacer. Los australianos estaban cagados del susto porque ellos serían los primeros y cuando yo me levanté, ya llevaban como 8 horas ¡y no había pasado nada! Los de History Channel ya no sabe qué emitir  en estos días para levantar pánico, tampoco tenemos temas interesantes en tuiter pese a que ustedes siguen siendo Trendic Topic, la gente está loca, tanto que hubo chiflados que hasta refugios hicieron y otros que organizaron un suicidio colectivo y ahora quedaron viendo un chispero. ¿Han pensado en los del suicidio colectivo? ¡Por Dios que alguien piense en los del suicidio colectivo! 

Me temo comunicar por esta y tantas razones más, que les hemos perdido el respeto.Yo, en nombre de esta humanidad loca e indolente,  les pido por favor más exactitud en sus cálculos y absténgase de andar profetizando armagedones; ahora nos dejaron un mierdero por resolver y ya no tenemos a quién echarle la culpa de nuestros errores. ¿Gracias no?

Sería bueno que se pusieran serios. De verdad que sí. 

Que pasen ustedes unas felices fiestas.

Cordialmente,
(Lo que queda) de la humanidá.

8 de abril de 2012

Lo siento querido profesor, tal vez no es lo mío.

La gente cree que eres profesor porque no pudiste ser otra cosa. No lo discuto. Lo que no saben es que si eres profesor puedes ser cualquier otra cosa.
-Nightwriter-


Hoy es mi última noche de libertad, la última noche que estaré sentada frente a este computador escribiendo y haciendo nada. Tengo sueño, en realidad sólo esta semana he dormido bien. Tres meses perdida porque entré en una nueva etapa y en un nuevo trabajo. Ahora enseño; sí, enseño como todos los profesionales varados que no encuentran otro trabajo, o esperan algo mejor y mientras buscan empleo, enseñan. A veces siento ganas de salir corriendo y cambiar la academia por una aburrida oficina, donde me paguen algo más y no tenga que llevar trabajo a la casa ni madrugar los sábados, para que cuando llegue el viernes, pueda ir a tomarme una cerveza tranquila y decir mierda, por fin es viernes ¡a descansar!  

Pero la vida no me la puso así. Ironía es que elegí una aburrida carrera oficinista y mi mundo ahora no es una oficina, es la enseñanza, la enseñanza, para más colmo, en una lengua extranjera. Nunca había cáído en cuenta lo difícil que es este trabajo del que casi todos hemos sido testigos y pocas veces valoramos. Hoy lo vivo en carne propia y me les quito el sombrero a los maestros. No me odien, no odio su profesión, pero tal vez, no es lo mío; al menos no en un colegio.

Y es que mientras me acostumbro (cosa que parece imposible) mis días parecen no tener nada de interesantes. Llegan los fines de semana y me atrapa una cantidad de trabajos por revisar, clases por preparar y notas por pasar. Salir un sábado significa perder un domingo, domingo que no  pagan pero al que debo dedicarle el tiempo para el lunes poder llegar con algo preparado porque enseñar nunca será improvisar y no debo quedar como un zapato frente esos aprendices que pese a que no son ávidos de conocimiento,  me encomendaron el papel de instruirlos y al final, aunque es sólo otro ladrillo más en la pared, hay que ponerlo bien.

Trabajo casi 12 horas al día para ahorrar dinero para el otro año largarme a hacer un máster, y ya no sé qué estudiar si todos los máster son -en últimas- para ser profesor universitario y ya me decepcioné en algo de la educación, de pasar alumnos porque sí, de que haya poca disposición de aprender y tenga que ser algo didáctica para hacer entender. Lo mío es hablar mierda sin parar, sin necesidad de acudir a la pedagogía como método. ¿Para qué ahorro entonces con tanto fervor? no lo sé, tal vez para buscarle otro camino a  este estilo de vida que está absorbiendo toda y cada una de mis partes, o para irme de vieje por un año si el dinero me alcanza.

Ya perdí mi voz de tanto gritar, esa voz que no servía para cantar pero si para hablar, también se fueron algunos kilos, pasé de talla 4 a  2, mi médico de cabecera me diagnosticó principios de anorexia, no porque vomite y esté obsesionada por la delgadez, sino porque la delgadez está obsesionada conmigo.Ya no leo, no veo televisión ni salgo por ahí con amigos. Ahora me acuesto como las gallinas, madrugo como los gallos (o más) y mi mente vive ocupada hasta en sueños. ¿A qué horas llegué a  entregarle mi vida a un trabajo, mi tiempo al dinero, y mi paciencia un cheque mensual? Por Dios, ¡a qué horas!  Esta es la vida laboral del asalariado promedio, no importa cuál es su profesión u oficio y debo decir que es una mierda.
   Aduzco que todo esto es porque mi defecto es quejarme, y por eso hoy me quejo, como lo hago de todo: del sueldo, del tiempo, de las cuentas, de mi vida... — Estos gajes del oficio son propios de principiantes, me dicen—, tal vez con el tiempo puedas hacer las cosa de manera más práctica reinteran; experimentados profesores me lo han demostrado, pero en realidad no sé si quiera que haya futuro en esto. Está bien que me han llegado a considerar "muy buena", pero no sé si en realidad quiera seguir haciéndolo. No lo sé porque no sé qué es lo que quiero. Quizás, si estuviera clavada en una oficina estaría renegando por lo eterna y aburridora que son las rutinas ejecutivas y extrañara la docencia, y entonces quedo en una encrucijada de quejas y dudas y ninguna respuesta; sólo se convierte en un maldito círculo vicioso en donde la única solución sería no trabajar, cosa que a mis 27 años ya es imposible.

¿Pero por qué te quejas si no es tan malo? dirán unos. Estoy segura que la docencia es de las profesiones más difíciles y peor pagas que existen, pero también sé que mi título de "internacionalista" no sirve para un carajo. Porque en este país es difícil triunfar si no se tiene palancas que muevan el engranaje del éxito. Muchos de mis colegas ejercen porque encontraron quién los patrocine, los que no, tienen trabajos no muy buenos que en últimas ganan lo mismo que yo y no aprenden nada. Yo, que pocas o nulas oportunidades tengo de que me palanqueen por ahí, sigo enseñando porque es lo único que encontré, algunas veces lo disfruto, otras lo odio, pero siempre aprendo algo  de mis alumnos y el rol de enseñar me lo tomo en serio; al menos, trataré de hacer lo mejor que pueda, admirando la labor de los licenciados y profesores de verdad porque yo lo soy de mentiras. Por fortuna.

Así que por eso aproveché semana santa, para leer los libros que en días laborales el cansancio no me deja, comí como glotona todo lo que se me antojó a ver si vuelvo al menos a mi ususal talla 4, trasnoché perdiendo el tiempo en Internet, ví montones de películas como hace harto no lo hacía, visité a algunos amigos y me tomé unos tragos sin afanes, me dediqué a la pereza y mandé a la mierda todo el trabajo que tenía pendiente para después de vacaciones. Pero entonces mientras escribo esto me acuerdo que hoy es mi última noche de libertad, y que a partir de mañana seré otro robot que trabaja en el sistema educativo, que le toca pasar alumnos por cuadrar estadísticas, que ahorra todo lo que puede para estudiar algo que ya no sabe qué será, pues ya la educación la defraudó y que aun así seguirá buscando mejores caminos para ver si sobrevive a la teoría de Darwin. 
    Porque eso de ser adulta y trabajar si que es duro, eso de sobrevivir en este mundo laboral donde ya no vale ser un buen estudiante, tener buenas notas y mil estudios es innecesario. Sólo se puede surgir si se tiene un buen contacto, una buena palanca que te catapulte al éxito profesional, y que haga que tus cuotas del Icetex se vean minúsculas cuando recibes el tan anhelado salario. Pero eso sí; nadie te asegurará de que allá seas feliz y disfrutes tu trabajo.
Esperemos que las próximas noticias sean mejores. Iré a comer y si puedo, a dormir, no sin antes dejarles esta frase:
Cualquier imbécil puede tener un trabajo; vivir sin trabajar es cosa de sabios. -Charles Bukowski-
Y oh que sí es cierta...

4 de enero de 2012

Un 2011 como babas de tonto.


Se acabó por fin el 2011. Gracias al altísimo que así fue, porque por estos lares fue muy malo y poco fructífero. Muchas crisis existenciales, emocionales y económicas, pocas oportunidades y momentos agradables; escasas cosas nuevas y más de lo mismo; muchos libros abandonados y exiguas letras escritas; numerosos amigos distanciados y poca gente nueva; reducidas ideas, raras entradas en el blog, pero incontables tuits... cosas que, haciendo un balance de pérdidas y ganancias, como los contadores y financistas, arroja una ineludible bancarrota.

Y es que así son las cosas, como un balance financiero. Una vaina aburrida que siempre habrá que mirar con detenimiento, fijarse dónde está el problema y dónde puede solucionarse. Las cuentas nunca cuadran, y ese siempre será el reto; emparejarlas y dejarlas iguales para mirar con optimismo las ganancias y agarrase de ellas para evitar las pérdidas. Medirlas, analizarlas y digerirlas y para allá dirigir los recursos para que las cifras negativas se reduzcan. Evaluar, sacrificar e invertir, optimizar los recursos y apalancar las cifras negativas para no dejar caer las positivas. Reducir costos, aumentar utilidades, de eso se trata la lucha de cada 365 días y que comienza con 12 uvas, unos cucos amarillos y una copa de champaña.

No voy a contar a fondo cómo fue mi 2011 como lo hago todos los años, porque casi no me acuerdo. Fue insulso y simple, como las babas de tonto que muy seguramente todos hemos probado y el que no, que lance la primera piedra y de fe de ello. Por si algo: Simple, aburrido y poco interesante. El destino me debe aún muchas cosas y no me alcanzan los 355 días que -según los mayas- tenemos para hacer lo que nunca hicimos.  

Decidí entonces no esperar nada del 2012. El 31 a las 12 me comí un sinfín de uvas, todas sin deseo, y me bebí algunos tragos de unas cervezas en lata que habíamos aprovisionado los poco creyentes en agüeros que resolvimos tomarnos con sutileza el cuento del año nuevo. Que sea lo que los mayas quieran, porque finalmente después de tanto esperar no obtuve gran cosa y creo que ya no estoy para esos trotes de tener tanta fe en que de un día para otro la vida va a cambiar (a menos que me gane un baloto) y que todo va a ser color de rosa. Eso sí, prometo, como hace unos días los hicieron una cantidad de políticos, confiar en que voy a escribir con constancia para al menos mantener el hábito (hábito que desaprendí con rapidez debido a tantas cosas estúpidas en la cabeza y bla bla bla...)  para que este blog recobre la vida activa que alguna vez tuvo o decidirme entonces a cerrarlo para siempre. 

Porque así no se puede. La inconstancia me está matando. Porque pasar la vida sin encontrarle sentido a las cosas no tiene sentido, porque el caos siempre seguirá siendo caos, aún cuando se piense que hay un orden de ese caos; y sin embargo seguirá pasando el tiempo. Lo más duro de este año que acaba de pasar, fue que me di muy duro contra el muro, me caí demasiadas veces y no logré levantarme casi de ninguna. Al final sólo queda (como dijo un sabio futbolista por ahí) un sin sabor amargo.  He leído tantas cosas positivas de la gente que culminó este 2011 que estoy por pensar que el niño Dios de seguro les trajo un kit de superación de Jorge Duque Linares, o que tal vez la única que tuvo algo de sal encima fui yo. Pero ya qué, ya me di cuenta que las uvas de la media noche, las lentejas en el bolsillo, las espigas por la casa, la vuelta a la manzana con maletas, los cucos amarillos y la copa de champaña, no sirven más que par dar consuelo de que lo que no se pudo, va  a poderse.

Así a que mis queridos amigos, seguramente no van a cambiar sus vidas de la noche a la mañana y quizás tampoco se acabe el mundo el 21 de diciembre de este año. Vamos a tener más treinta y unos de diciembre para seguir inventando agüeros y estrenar pinta de pies a cabeza. Que sigan diciendo que sí van a dejar el trago y brinden con una copa de aguardiente en la mano y una de champaña en la otra y resulten borrachos botados en el sofá de la casa de la abuela; que esos kilos de más seguirán siendo kilos de más porque no resistieron a la tentación de comer esa lechona grasosa, con pellejo tostado y sabroso que nadie deja en el plato y se atrevieron a repetir; y que muy seguramente esas lentejas guardadas en su ropa les irá a dejar un reguero de granos por todo su armario durante un año. Porque hay excusas para creerlo: Los Mayas dejaron de existir hace mucho y no todo lo que dicen es confiable, porque el calendario gregoriano está corrido no sé cuántos años, porque Jesús aun no ha regresado a la tierra, porque en el Apocalipsis no dice nada del 2012, porque la ciencia asegura que no hay razón aparente que cause más que un solsticio el 21. Pero Discovery, History y Nat Geo seguirán pasando programas apocalípticos que seguirán atemorizando a los ciudadanos de a pie como usted o como yo, que hará cuestionarnos si nos gastamos los ahorritos y renunciamos al trabajo porque ya para qué seguir esclavizado, o si seguimos como siempre. Porque la perspicacia humana para formar el caos continuará existiendo hasta el final de los días que muy seguramente será cuando menos lo imaginemos, y  acabará esta payasada de una vez por todas y sin darle tregua a nadie.

Mientras tanto, será disfrutar. Hacerle el amor al 2012 y pensar en que si ya no fuimos nadie es porque ya no fuimos nadie. No habrá uva poderosa o espiga valerosa que cambie lo contrario. A ustedes espero leerlos como antes y a mí, espero volver a escribir en este blog como antes. Gracias por pasarse por acá y leer estas flojas letras que ya, como todo, no son como antes.